La cifra de muertos por el sismo de la semana pasada en el sureste de Turquía ascendió a 596, un día después de que las autoridades dejaran de buscar sobrevivientes y se centraran en ayudar a miles de familias que quedaron sin hogar.
En Ercis, la localidad más duramente afectada por el sismo de magnitud 7,2 que devastó la provincia de Van el pasado 23 de octubre, algunas tiendas reabrieron cuando la energía eléctrica volvía a partes de la ciudad y un cajero automático empezaba a funcionar, señaló Reuters.
Sin embargo, dado que ninguno de los 100.000 residentes de Ercis estaban preparados para volver a sus casas destrozadas y mientras aún se producen réplicas en la zona, la vida está lejos de la normalidad. Una réplica hoy en la mañana tuvo una magnitud de 5,3.
El invierno boreal se acerca con rapidez, las temperaturas caen abruptamente durante la noche, mientras niños y ancianos están enfermando en los campamentos improvisados por los organismos de ayuda en las afueras de la ciudad.
La página web de gestión de desastres del Gobierno dijo que se habían entregado más de 43.000 tiendas en Van.
Las autoridades afirmaron que son más que necesarias, puesto que las personas cuyas casas no están gravemente dañadas están pidiendo tiendas porque se sienten más seguros durmiendo en campamentos al aire libre.
"Nuestra casa está bien, pero vivimos en una tienda por miedo. Volveremos una vez que pasen las réplicas y el Gobierno diga que nuestra casa es segura", dijo Fadli Kocak, propietario de una panadería en Ercis, que espera volver a poner en marcha su negocio en una semana.
Lento esfuerzo ayuda
Muchas personas han hecho fila para solicitar tiendas, el primer paso para que se haga una inspección de sus viviendas, ya que las autoridades dicen que se las entregarán únicamente una vez comprobado que el edificio es demasiado peligroso para vivir en él.
"El problema es que no puedes entregar 100.000 tiendas en una localidad cuya población es igual a 100.000", dijo Yalcin Mumcu, que coordina las operaciones de búsqueda y rescate en Ercis.
"La población tiene que confiar en el Gobierno, también. Todo el mundo está pidiendo una tienda. Deben ser pacientes, si el primer ministro dice que van a construir un Van nuevo y mejor, estoy seguro de que lo hará", indicó.
La operación de ayuda es políticamente delicada ya que el sudeste es donde vive buena parte de la minoría kurda de Turquía, y el Ejército ha estado luchando contra una insurgencia separatista que ha costado más de 40.000 vidas desde su aparición en 1984.
Tras las críticas en los primeros días del desastre, las autoridades estatales reforzaron las operaciones, pidiendo ayuda al exterior para obtener tiendas, contenedores y casas prefabricadas.
Hordas de personas en la capital provincial, Van, han solicitado tiendas aunque mucho menos edificios colapsaron en la localidad. Los pueblos alrededor probablemente tengan más necesidades porque la mayoría de sus precarias casas quedaron destruidas y estarán sin techo cuando llegue la nieve.
"La mayoría dormimos fuera. El pueblo ha recibido carbón y mantas, pero no tiendas", dijo Mehmet Siddik Demirtas, funcionario en la localidad de Yukari Isikli, situada a unos 10 kilómetros de Ercis.
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