Jorge Mario González Sett, presidente del Colegio de Ingenieros, considera que si ocurriera un sismo parecido al que sucedió en el país la madrugada del 4 de febrero de 1976, los daños serían menores a los de entonces porque las casas eran de adobe y ahora la mayoría son de concreto y hierro.
Afirmó que habría menos daños a edificios y construcciones diseñadas con especificaciones técnicas, e incluso en las casas de dos pisos, pero en las de adobe que aún se observan en el occidente del país causaría tragedias.
Aunque algunas comunas tienen código de construcción, la mayoría de municipios no aplican normativas en ese aspecto, y en consecuencia varias viviendas corren riesgo, remarcó.
Rafael Méndel Samayoa, consultor independiente sobre prevención, afirmó que las tragedias se originarían, no porque las edificaciones no resistan, sino porque al momento de evacuar a las personas estas se atropellarían entre sí.
“El problema es la falta de una cultura de reducción de riesgo, y eso se ve en las edificaciones modernas de apartamentos, oficinas y hasta universidades, de las cuales ninguna tiene rutas de escape ni escaleras de emergencia”, comentó.
El experto responsabilizó al Estado por ignorar esta situación, y advirtió de que si ocurriera un terremoto en horario escolar habría muchas víctimas, porque las escuelas y colegios no tienen rutas de emergencia y ni siquiera un timbre de alarma. Florentín Martínez, analista del Centro de Estudios Urbanos y Regionales de la Universidad de San Carlos, señaló que la oferta inmobiliaria protege de sismos a los propietarios de condominios, centros comerciales y edificios, pero hay lotificaciones para personas de bajos recursos y las construcciones son deficientes. El riesgo aumenta cuando se construye un inmueble con materiales de mala calidad y a orillas de barrancos o terrenos con mucha pendiente.
“El ordenamiento territorial debería impedir esos riesgos, pero no es prioridad para las municipalidades, y muchas familias están en alto riesgo porque viven en áreas donde las rutas de caminamiento son angostas”, expresó Martínez.
Afirmó que habría menos daños a edificios y construcciones diseñadas con especificaciones técnicas, e incluso en las casas de dos pisos, pero en las de adobe que aún se observan en el occidente del país causaría tragedias.
Aunque algunas comunas tienen código de construcción, la mayoría de municipios no aplican normativas en ese aspecto, y en consecuencia varias viviendas corren riesgo, remarcó.
Rafael Méndel Samayoa, consultor independiente sobre prevención, afirmó que las tragedias se originarían, no porque las edificaciones no resistan, sino porque al momento de evacuar a las personas estas se atropellarían entre sí.
“El problema es la falta de una cultura de reducción de riesgo, y eso se ve en las edificaciones modernas de apartamentos, oficinas y hasta universidades, de las cuales ninguna tiene rutas de escape ni escaleras de emergencia”, comentó.
El experto responsabilizó al Estado por ignorar esta situación, y advirtió de que si ocurriera un terremoto en horario escolar habría muchas víctimas, porque las escuelas y colegios no tienen rutas de emergencia y ni siquiera un timbre de alarma. Florentín Martínez, analista del Centro de Estudios Urbanos y Regionales de la Universidad de San Carlos, señaló que la oferta inmobiliaria protege de sismos a los propietarios de condominios, centros comerciales y edificios, pero hay lotificaciones para personas de bajos recursos y las construcciones son deficientes. El riesgo aumenta cuando se construye un inmueble con materiales de mala calidad y a orillas de barrancos o terrenos con mucha pendiente.
“El ordenamiento territorial debería impedir esos riesgos, pero no es prioridad para las municipalidades, y muchas familias están en alto riesgo porque viven en áreas donde las rutas de caminamiento son angostas”, expresó Martínez.
Ante la urgencia
Alejandro Maldonado, secretario ejecutivo de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred), dijo que el país ha mejorado en su preparación ante terremotos y desastres por fenómenos naturales.
Recordó que ahora Guatemala cuenta con una Ley de Prevención y una política de gestión para la reducción de riesgos ante desastres, la cual se espera que sea aprobada este mes por el Ejecutivo.
También considera positivos la inversión en investigación científica sobre esos problemas, el programa de evaluación de edificios públicos y las propuestas de viviendas a bajo costo, como las de bambú.
Maldonado manifestó que ante un desastre de gran magnitud no habría presupuesto que alcanzara, pero insistió en que con pocos recursos se puede prevenir.
La Conred tiene asignados para este año Q38 millones, y en años anteriores ha tenido un presupuesto de Q60 millones a Q65 millones. Ludwig Ovalle, ministro de Salud, dijo que la cartera que dirige podría enfrentar un terremoto, porque se ha fortalecido y ahora cuenta con más recurso humano especializado.
Agregó que también tiene equipo, una unidad de respuesta rápida y asistencia técnica, además de protocolos para instalar de inmediato centros de operaciones de emergencia en las 29 áreas de Salud.
Alejandro Maldonado, secretario ejecutivo de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred), dijo que el país ha mejorado en su preparación ante terremotos y desastres por fenómenos naturales.
Recordó que ahora Guatemala cuenta con una Ley de Prevención y una política de gestión para la reducción de riesgos ante desastres, la cual se espera que sea aprobada este mes por el Ejecutivo.
También considera positivos la inversión en investigación científica sobre esos problemas, el programa de evaluación de edificios públicos y las propuestas de viviendas a bajo costo, como las de bambú.
Maldonado manifestó que ante un desastre de gran magnitud no habría presupuesto que alcanzara, pero insistió en que con pocos recursos se puede prevenir.
La Conred tiene asignados para este año Q38 millones, y en años anteriores ha tenido un presupuesto de Q60 millones a Q65 millones. Ludwig Ovalle, ministro de Salud, dijo que la cartera que dirige podría enfrentar un terremoto, porque se ha fortalecido y ahora cuenta con más recurso humano especializado.
Agregó que también tiene equipo, una unidad de respuesta rápida y asistencia técnica, además de protocolos para instalar de inmediato centros de operaciones de emergencia en las 29 áreas de Salud.
Imposible predecir
Luis Arriola, del Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología, refirió que cada año ocurre un promedio de cuatro mil sismos, ocasionados por la unión de tres placas tectónicas y muchas fallas locales. Esa situación obliga a la población a mantener una cultura de prevención, información y ejercicios.
Destacó que los terremotos pueden ocurrir en cualquier parte del país, y su poder destructivo depende de la vulnerabilidad del área, como el ocurrido en días recientes en Quiché, donde se cayeron varias casas, no por la fuerza del movimiento, sino por la mala calidad en la construcción.Añadió que nadie, ni el mejor equipo científico del mundo, puede predecir un sismo, y que es un mito que se repite cada ciertos años.
Luis Arriola, del Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología, refirió que cada año ocurre un promedio de cuatro mil sismos, ocasionados por la unión de tres placas tectónicas y muchas fallas locales. Esa situación obliga a la población a mantener una cultura de prevención, información y ejercicios.
Destacó que los terremotos pueden ocurrir en cualquier parte del país, y su poder destructivo depende de la vulnerabilidad del área, como el ocurrido en días recientes en Quiché, donde se cayeron varias casas, no por la fuerza del movimiento, sino por la mala calidad en la construcción.Añadió que nadie, ni el mejor equipo científico del mundo, puede predecir un sismo, y que es un mito que se repite cada ciertos años.